El Vestido de Andrea
Vestidos para novia e invitada a medida y colección prêt à porter. Diseños sutiles y atemporales.
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El Vestido de Andrea

EL VESTIDO DE… ANDREA, Y SU ABRIGO EN DICIEMBRE
Por si alguno no me conoce, esta novia soy yo, y para un día tan especial no podía no diseñarme mi vestido. Como cuento en Las Bodas de Tatín, lo único que me había imaginado de mi boda es que sería en verano y de noche, pero no ha sido así, sino en diciembre y boda de día. Pero si me volviera a casar, la volvería a hacer en invierno. Diseñarse tu propio vestido de novia tiene sus ventajas y sus inconvenientes, porque al conocer los recursos que se pueden usar, las ideas no hacen más que  aparecer. Aunque no os lo creáis, no hice una carpeta de Pinterest con mil millones de fotos de inspiración, fui descartando ideas  y el día que me senté y lo diseñé, no lo volví a modificar. Me acuerdo que llegó mi madre y me pilló probando telas por encima, comencé a explicárselo y se emocionó, así que supe que ese era el primero y el definitivo. Otro de los puntos a favor es la tranquilidad que te acompaña durante todo el proceso, sabes va a salir bien porque conoces a las personas que se van a encargar de confeccionarlo, y nuestra confianza con las modistas que lo hacen posible es total. Con esto quiero trasmitiros que es normal que a veces os pongáis nerviosas, dudéis, pero que todo está bajo control y que confiéis, en cada prueba nos encargaremos de que así sea y que no tengáis que preocuparos por nada.
Si tuviera que describir mi vestido en una frase sería como “una mezcla entre Julieta y Audrey Hepburn”. Tenía claro que con el vestido tenía que seguir siendo yo. Podría haber añadido mil encajes más, muchos más detalles (botones forrados, jaretas, remates con puntillas, mangas con cortes que dejaran ver encajes…) pero lo simplifiqué, cosa nada fácil, aunque no lo parezca. El escote sería cuadrado, es muy favorecedor a las que no tenemos mucho pecho y es un corte muy elegante. Me inspiré en los vestidos del Renacimiento, con los cortes del talle altos, con forma, pero traídos al siglo XXI. El escote de la espalda no lo quería demasiado bajo, teniendo en cuenta que la boda era en invierno y las mangas las hicimos largas del todo.
Quería que el vestido fuera entallado, por lo que necesitaría una abertura para caminar con comodidad, también que el interior del vestido tuviera algún detalle que se dejara ver, que fuera una pieza que marcara la diferencia en el diseño  Mi madre tenía una mantilla antigua bordada a mano de la hermana de su bisabuela, que fue ayudante de Cámara de la reina Victoria Eugenia y se la regaló en su día. Siempre es bonito y más personal incluir detalles de este tipo en los vestido. El paso del tiempo la había dejado amarillenta y la abuela de Edu me dijo que se la llevara para que me la aclarara un poco, pero como lo hacían antes, ya que los hilos con un tratamiento demasiado agresivo podían sufrir y acabar rasgándose. A mano, agua tibia y jabón lagarto, nunca falla. La pusimos en el interior como sobre capa del forro, para que se viera al caminar. Si hay un día para llevar cola, ese es el día de tu boda.
Quería que todo el protagonismo lo tuviera el abrigo, en el que mezclamos tejidos con diferentes texturas, un toque muy AforA. Para la parte superior elegí una rafia, que fuera un poco abrigado, pero elegante. Chus, mi ya oficialmente suegra, me regaló la tela que pusimos en la parte inferior a modo de cola. Fuimos a elegirla juntas a Jose María Ruiz, una tienda de tejidos en Madrid que tiene verdaderas maravillas. Nos mostraron varias opciones y fue una de las decisiones más complicadas, pero la ganadora fue un macramé de algodón y seda, con el ancho suficiente para que no tuviera más importancia que el resto del diseño, equilibrio con todos los materiales. Hicimos coincidir la abertura del abrigo con las líneas del escote del vestido para que el conjunto quedara limpio e integrado. Y la larga cola la podía llevar a modo de chal para que no arrastrara, un detalle que os cuento porque fue algo muy cómodo y que me hizo disfrutar de todos los momentos de la boda sin preocuparme del vestido.